Aprender a amar.

Conocemos el amor que vivimos de pequeños. Ese amor que nuestros padres supieron darnos, ese que no siempre es un ejemplo y un camino que querramos seguir. Nos formamos a lo largo de diferentes vínculos, algunos muy desgarradores, otros pasajeros, otros que nos enseñan y nos dejan marca. Crecemos, crecemos como crecemos en cualquier proceso que vamos manifestando a lo largo de la vida. Pero qué hay con el amor? Que en el amor se plasman nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestros lados más oscuros... y como si eso fuera poco, todo esto se mezcla con esos espacios encontrados en el otro. El amor a veces es espejo, a veces contraste, a veces motivación. Dos personas son un mundo por cada lado y cuando se cruzan, casi que una galaxia. Y obvio, es compleja. Y obvio, no es para cualquiera. Pero quien se atreve a viajar dentro de ella, se lleva los más grandes tesoros. Aprendemos a SER en torno al amor. Nos vamos aprendiendo, tanto a conocernos a nosotros mismos como a ver qué hay del otro lado. A veces sanamos al otro, otras lo ayudamos a progresar, otras... bueno, en otras capaz no aportamos tanto... a veces empeoramos... El caso. Cruzarse a lo largo de la vida con distintas historias de amor es curioso porque, no sabemos quiénes somos hasta que no se nos presenta un otro. No sabemos qué hay dentro hasta que no nos lo marcan, hasta que no nos critican, nos bajan de ese "pedestal" que creíamos estar en ciertos aspectos, nos ubican. Este es el caso de un amor sano. Amor en el que aprendés por medio de distintas situaciones, no siempre fáciles. Amor que resguarda. Que abraza. Que sabe sobre tus debilidades y te ayuda a depurarlas, porque a veces solo no se puede. A veces necesitamos esa otra cara de la moneda que nos ayude a equilibrar. A darle peso a eso que dejamos de lado y que nos sirve, que es importante. Muchos amores deben pasar por sufrir tus defectos. Y si, así es... No siempre uno actúa bien y menos cuando sigue un ejemplo de amor equívoco. Por lo general, las primeras experiencias de amor son fallidas. Y si, porque fallando uno aprende. Es sufriendo donde uno se ve. Y no, con esto no estoy diciendo que debemos soportar cualquier tipo de vínculo o confundir cualquier cosa con amor. El amor es delicado y por eso debemos saber detectar sanos límites, saber cuándo el sufrir es porque estamos creciendo y madurando y cuándo es porque realmente del otro lado no hay balance, no debemos dejarnos caer en un amor desbalanceado o sin base. El amor DEBE SER nuestra base, el otro como base para darnos la seguridad que necesitamos para cambiar. Saber compartir es saber amar. Saber abrazar con empatía es aprender a amar. Saber que el otro a veces tiene necesidades o aspiraciones que son muy distintas a las propias es amor. Amor es destruir el ego. Amar es disolver el yo, sabiendo que el yo siempre va a estar, pero que debe descentrarse cuando se trata de un vínculo. El amor nos permite abrirnos, sacar todo aquello que tenemos dentro y dejarlo a flote, para que pueda transformarse y renacer. Sí, vivo el amor como un proceso de transformación y por eso creo que cada relación que tenemos si bien nos marca y a veces no tanto para bien, nos ayuda a crecer. Mi mamá siempre me dijo "todo lo que sucede, conviene" y creo que esa frase aplica mucho en cuanto a relaciones, a todo en la vida en general, pero creo que toda experiencia vivida nos acerca a estar donde estamos hoy. Y lo importante es estar conformes con quien somos hoy, no con quien fuimos, porque eso queda atrás. No se olvida, pero queda atrás.

Entradas populares de este blog