Adentrándome en una vorágine de sueños e inciertos, de ansiedad y felicidad, nadando en una terrible mezcla de sentimientos que me arrebatan como viento de invierno, así me encuentro. Entre lo perdido y lo ganado, lo dejado y lo sujetado, lo que traigo, lo que me llevo, lo que olvidé atrás... mi mente gira en un carrusel de ingenio que no quiere perderse ni desorientarse, pero así, en círculo, va. 
No entiendo bien dónde es el límite si es que lo hay, dónde hay certeza si es que la tengo... mezcla, mezcla de pensamientos constructivos y destructivos producto de una enorme emocionalidad. Mi cielo es la sonrisa de las personas a las que amo, mi casa es el consejo de mis mejores amigos, no siento lugar en ninguna parte del mundo, creo que el mundo es mi lugar.  Como las noches en vela me las paso pensando, dialogando conmigo misma, haciéndome compañía en este mundo de múltiples intereses, siento que mi casa la llevo dentro. 
Y así viajo. Viajo para expandirme. Viajo sin miedo de irme. Viajo con entusiasmo. Viajo entre locos espasmos.

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