Y ahí te das cuenta. Que la vida te acerca y te aleja de personas que fueron (y son) parte de tu piel, que los vínculos llegan para vibrar en sintonía, compartir, aprender y luego partir, para quizás en un futuro repetir dicho proceso, y eventualemente, quedarse.
El futuro es incierto, el tiempo da mil vueltas y a veces parece tan infinito que nos carcome la angustia, el no saber, el no entender por qué, el no saber si fue lo mejor haber tomado tal o cual decisión. 
Hoy por hoy el cielo nos conecta. Una misma luna que miramos a la par. Puedo sentirte a lo lejos. Puedo saber que mi corazón guarda un refugio de oro en donde quedan todas las memorias vividas, todos los mimos sentidos. 
Hoy nos dejamos ir. Supimos que era lo mejor, supimos que para hacernos bien la mejor manera era abrir las alas, y volar. Y no hay mayor amor que ese: aceptar que, tanto vos como yo, volaremos libres, nos sentiremos libres, y nos sanaremos, así también: libres. 
Porque te quiero bien, donde sea. Te quiero brillando, como en nuestro primer beso. Te quiero ver sonreír sin rencores, te quiero sano y sereno.
Y sin más creo que el amor de verdad, ese amor que te quiere bien, no entiende de distancias. Sabe que será lejos o cerca, pero siempre libres. 

Entradas populares de este blog