Vivimos en una realidad encerrada. No sabemos qué pasa mas allá de nosotros mismos, y nos quejamos por situaciones insignificantes. Tratamos mal, peleamos y discutimos en vano, por cosas que en realidad no son para tanto. 
Siempre queremos tener más, queremos ser más. Y nunca nos detenemos a pensar y observar lo que ya tenemos. Vemos el medio vaso vacío, nos golpeamos una y otra vez pensando en por qué no podemos ser mejores. Y en realidad, somos suficientes. No necesitamos todo eso que creemos necesitar, con lo que tenemos ya somos geniales. 
Si miramos mas allá de nuestras ventanas, afuera hay otro mundo... Otra realidad en la que todas las personas sufren, por cosas mucho más dolorosas que las que nosotros pensamos. 
Y aún así, seguimos protestando... ¿Quién nos entiende?
¿A caso alguna vez sentimos el frío al dormir afuera? ¿Alguna vez nos acosaron? ¿Nos secuestraron? ¿Nos abandonaron? No. Y así todo, nos quejamos diariamente. 
Creo que tenemos la suerte de no haber pasado por una situación trágica, de no haber sufrido tanto como otras personas. Y debemos estar agradecidos. Parar de quejarnos e intentar mirar el lado bueno. Porque, aunque no lo creamos, siempre uno hay.

Entradas populares de este blog