Uno

El estudio estaba frío... eran pasadas las diez de la noche. Ella se sentó en su sofá, tomó un sorbo de café y suspiró. No podía creer que el teléfono todavía no sonaba. Y es que no iba a hacerlo, pensaba, si ya era demasiado tarde, si quizás no se atrevía a hacerlo... Se consuela. Mirando hacia la ventana, la luna brilla en su inminente soledad. Intenta distraerse.
Al rato, abre su cuadernillo y lee las anotaciones del día anterior. Casos y casos que no dejaban de agotarla. La tensión y la desesperación por resolver problemas ajenos se estaban apoderando de ella. Somnolienta, se levantó hacia su dormitorio. Prendió su velador y agarró el primer libro que encontró para luego tener compañía al acostarse. 
Llegadas las once, decide no esperar más y conciliar el sueño, pues la semana y sus meras obligaciones iban a tocar su puerta al día siguiente. 

La mañana era lluviosa. Marga abrió lentamente sus ojos y pudo divisar un leve rayo de sol proveniente de la ventana. Bostezó.

Bajó las escaleras y se preparó un café. En el primer trago el teléfono sonó. Sin volcarse, Marga corrió a atender. Y finalmente llegó.

-Hola ¿Con la Lic. Marga Echevarria?
-Si, ella habla.
-Soy Fausto Olmos, la doctora Rodríguez me env...
-Si, sí... me comentó. ¿Cuándo querés que arranquemos? -Marga estaba entusiasmada
-Eh... no sé ¿Este martes temprano?
-OK. Martes 9hs te espero en mi consultorio.

Al colgar el teléfono, sonrió. Pensó que ella no iba a ser la elegida para tomar este caso, y sin embargo así fue. Juntó todos sus apuntes y comenzó a leer. Quería saber cómo tratar a un paciente de semejante personalidad. No cualquiera tiene la oportunidad de atender a un famoso recién salido de un hospital psiquiátrico.

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