Muchas veces me cruzo con gente que es ciega ante la realidad; que no quiere creer en eso que está frente a sus ojos. Viven en burbujas, frascos, tuppers y no quieren salir de allí.
Mientras en la sociedad hay personas que sufren, que caen, que se desploman luchando por sus vidas y para poder alimentar su día a día. Personas que necesitan ayuda, compasión, una sonrisa, un buen gesto... Pero otra gente los ignora. Los hace creer inferiores, los minimiza. Y yo me pregunto ¿Qué logran con eso? Ni siquiera se los define como mejores, al contrario.
Quisiera creer que la sociedad es divina y que todo fue creado por maravilla. Pero la realidad no es esa, eso no es así, y hay que saber aceptarlo. Muchas personas pueden negarse ante un niño adicto, ante una embarazada que pasa hambre, ante un anciano pidiendo dinero a cambio de una lapicera... Yo sinceramente no lo entiendo.
Quisiera poder tener la capacidad de hacerlas reflexionar, cambiar de pensar, abrirles las mentes. Hacer que se dejen de creer superiores y con mayor culto sólo por una moneda, un número, un valor insignificante.
Que cada uno se haga valer como persona, pero que primero sepa valorar a los demás. Que se pueda respetar al otro, a ese que nos cruzamos en la calle, en el colectivo, en el almacén. Poder dar y así recibir sonrisas, poder ser amable con cada ser que se nos cruza.
Porque en la vida, al fin y al cabo todo vuelve. Si lastimas, te lastimarán. Si das amor, recibirás amor. Si das paz, recibirás paz.
Es tan simple como eso.
Mientras en la sociedad hay personas que sufren, que caen, que se desploman luchando por sus vidas y para poder alimentar su día a día. Personas que necesitan ayuda, compasión, una sonrisa, un buen gesto... Pero otra gente los ignora. Los hace creer inferiores, los minimiza. Y yo me pregunto ¿Qué logran con eso? Ni siquiera se los define como mejores, al contrario.
Quisiera creer que la sociedad es divina y que todo fue creado por maravilla. Pero la realidad no es esa, eso no es así, y hay que saber aceptarlo. Muchas personas pueden negarse ante un niño adicto, ante una embarazada que pasa hambre, ante un anciano pidiendo dinero a cambio de una lapicera... Yo sinceramente no lo entiendo.
Quisiera poder tener la capacidad de hacerlas reflexionar, cambiar de pensar, abrirles las mentes. Hacer que se dejen de creer superiores y con mayor culto sólo por una moneda, un número, un valor insignificante.
Que cada uno se haga valer como persona, pero que primero sepa valorar a los demás. Que se pueda respetar al otro, a ese que nos cruzamos en la calle, en el colectivo, en el almacén. Poder dar y así recibir sonrisas, poder ser amable con cada ser que se nos cruza.
Porque en la vida, al fin y al cabo todo vuelve. Si lastimas, te lastimarán. Si das amor, recibirás amor. Si das paz, recibirás paz.
Es tan simple como eso.