Debo admitir que, a diario, te pienso. Ya no quiero nada de vos, ni tus sonrisas, ni tus palabras, ni tus besos... Pero sigo pensándote. Me acuerdo de vos, de nosotros. De los buenos momentos que pasamos juntos, de mis sonrisas y alegrías, de tus chistes y ocurrencias. Sonrío y todo ello me hace pensar por qué terminó todo, por qué te dejé ir...
Y ahí es cuando me acuerdo de tus idas y vueltas, mis llantos, tus juegos, mis desconfianzas y tus promesas destruidas... Y todo vuelve a la normalidad. Ya no te quiero pensar más, e intento dejarte atrás. Recuerdo realmente el por qué del fin, todo tiene su explicación y puntos finales. 
Que te piense, no quiere decir que te extrañe. Que me acuerde, no quiere decir que quiera volver. 

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