Cuando todo creías que era inmóvil y que ya nada podría llegar a cambiar, surgió una breve alteración. Eso que pensabas como inigualable se derritió y cambió su masa. Puede ser que el volumen haya persistido, pero ya no tenía la misma esencia. Había algo distinto en su interior, que cambiaba completamente los sentidos. Tocarlo y percibirlo ya no era lo mismo, la magia se había esfumado. Millones de sentimientos comenzaron a subsistir, peleando uno y el otro para que la masa vuelva a su valor original, algo que ya se consideraba irrealizable. Sollozos emergían y, lágrima por lágrima exhalaban lamentares. Distorsionar algo que ya había sido reformado sonaba inverosímil. Someterse era el término elevado, ya no había disyuntivas.

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