Cuando todo creías que era inmóvil y que ya nada podría llegar a cambiar, surgió una breve alteración. Eso que pensabas como inigualable se derritió y cambió su masa. Puede ser que el volumen haya persistido, pero ya no tenía la misma esencia. Había algo distinto en su interior, que cambiaba completamente los sentidos. Tocarlo y percibirlo ya no era lo mismo, la magia se había esfumado. Millones de sentimientos comenzaron a subsistir, peleando uno y el otro para que la masa vuelva a su valor original, algo que ya se consideraba irrealizable. Sollozos emergían y, lágrima por lágrima exhalaban lamentares. Distorsionar algo que ya había sido reformado sonaba inverosímil. Someterse era el término elevado, ya no había disyuntivas.
Quizás no se trate de hallar un nuevo rumbo, quizás se trate de encontrarte con vos. Quizás el tiempo no define el camino, quizás es tú conciencia la que va con vos. El incierto futuro que te espera, la certeza cuando no encuentras la manera, el portal que tanto te costó abrir, el cobijo de tu propio abrazo antes de partir. La intermitencia. El cambio que no es constante, tu auto-risa, tu auto-sonrisa. El confiar en vos. El no dejar que te defina nadie más. El ser consciente de tu energía, de tu poder. El crecer y querer creer. Y toda la lucha que esto implica. Una lucha con vos. Una lucha contra el tiempo, una lucha que a veces no te deja ver el sol. Una fuerte conciencia. La fuerza de voluntad, el sosiego con el que vas a por tu meta. Tus metas, como razón principal de decisión. El siempre decidir conciente. Y quién dice que a veces con el corazón. El seguir el camino, el saber que es un proceso, el cambio que tanto te gusta allá está y allá estás vos. A veces crees no pod