Cuando te veo, el mundo se detiene y todo lo que existe para mi, somos vos y mis ojos mirándote. No hay nada más. No hay ruidos, no hay más gente, no hay pensamientos o preocupaciones, no hay ayer, no hay mañana. El mundo simplemente se detiene y es un hermoso lugar donde sólo estás vos. Sólo vos. Y mis ojos mirándote. Cuando te vas, el mundo comienza a girar devuelta y eso no me gusta. Puedo vivir en él, pero no me gusta. Yo sólo camino por él, esperando a verte para que se detenga devuelta. Amo cuando se detiene. Es lo mejor que conocí o sentí, lo mejor, y es por eso que me quedo mirándote por un largo tiempo.
Quizás no se trate de hallar un nuevo rumbo, quizás se trate de encontrarte con vos. Quizás el tiempo no define el camino, quizás es tú conciencia la que va con vos. El incierto futuro que te espera, la certeza cuando no encuentras la manera, el portal que tanto te costó abrir, el cobijo de tu propio abrazo antes de partir. La intermitencia. El cambio que no es constante, tu auto-risa, tu auto-sonrisa. El confiar en vos. El no dejar que te defina nadie más. El ser consciente de tu energía, de tu poder. El crecer y querer creer. Y toda la lucha que esto implica. Una lucha con vos. Una lucha contra el tiempo, una lucha que a veces no te deja ver el sol. Una fuerte conciencia. La fuerza de voluntad, el sosiego con el que vas a por tu meta. Tus metas, como razón principal de decisión. El siempre decidir conciente. Y quién dice que a veces con el corazón. El seguir el camino, el saber que es un proceso, el cambio que tanto te gusta allá está y allá estás vos. A veces crees no pod